De primera. Millonarios y Canallas jugaron un partido apasionante hasta el final. Pero quedó demostrado que el equipo que conduce Almeyda debe mejorar. Enfrentó a siete de los nueve primeros de la tabla y no le ganó a ninguno.
Aquellos que son especialistas en los mundos del Ascenso y, sobre todo, especialistas en catalogar cualquier cosa con las palabras más estridentes posibles aseguraban que el choque entre River y Rosario Central era el más importante en la historia de la categoría. Por su pasado, por el peso propio de los equipos, por las multitudes que mueven, porque hace sólo un puñado de años eran protagonistas de la Copa Libertadores, por los títulos que suman, por los estadios mundialistas que usan de casa, por los jugadores que se pusieron esas dos camisetas. Parece imposible definirlo así, con esa liviandad, pero lo seguro es que en el encuentro de anoche nunca pareció un partido de la B Nacional. Todo lo contario. Ese final, esos cinco minutos de adicionado que agregó Héctor Baldassi a pura emoción, fueron el cierre ideal para una noche en la que el fútbol, por momentos, volvió a parecer un entretenimiento y no una pasión inexplicable. Ese palo que se cruzó en el camino de una pelota a la que Ríos había punteado y tenía destino de gol heroico fue el cierre que precisaba el partido.
El hincha de River, al que acaso le interese más su pasión que el entretenimiento, debe elegir con qué imagen quedarse. Si irse a la casa con esa imagen del palo del final, con ese empuje que lideraron sus emblemas y que Matías Almeyda definió como “los mejores minutos del torneo”. O si volverse del Monumental otra vez sin una sonrisa, con la imagen de un equipo que durante buena parte del partido se vio superado por Rosario Central, con el recuerdo de que el mediocampo –ese que otras veces fue el corazón del equipo– esta vez no estuvo para nada preciso y erró pases que parecen fáciles.
River, más allá los altos y bajos que a mostardo en su rendimiento a lo largo de estas 16 fechas, es esto. Ni más ni menos. Esa es la preocupación que deja el choque con Central, más allá de la levantada del final. Esa ilusión de que el Millonario iba a ser el campeón de punta a punta, se desdibuja a medida que pasan las fechas. El de ayer fue un claro ejemplo: salvo por esos últimos minutos, no logró marcar diferencia con el Canalla, otro de los equipos que pelea en el pelotón de los de arriba. Lo mismo le había ocurrido unas semanas atrás ante Instituto, el puntero de la categoría. A falta de tres fechas, el equipo de Matías Almeyda ya se midió con siete de los primeros nueve de la tabla de posiciones. Y no le ganó a ninguno. Empató con Instituto, Central, Ferro, Quilmes y Defensa y Justicia. Y cayó con Atlético Tucumán. Por eso se afirma que River es esto. En una B Nacional recargada, al Millonario le alcanza para marcar la diferencia ante los más equipos más débiles (Brown, Atlanta, Desamparados, Independiente). Pero le cuesta ante los conjuntos fuertes. Ahora en el horizonte le aparece Boca Unidos, que más allá del morbo por el nombre es otro de los que está metido en la pelea. Puede ser una buena prueba para terminar esta primera rueda con la ilusión del principio. Y para que ese final a puro empuje que mostró anoche no quede sólo en una reacción.
El hincha de River, al que acaso le interese más su pasión que el entretenimiento, debe elegir con qué imagen quedarse. Si irse a la casa con esa imagen del palo del final, con ese empuje que lideraron sus emblemas y que Matías Almeyda definió como “los mejores minutos del torneo”. O si volverse del Monumental otra vez sin una sonrisa, con la imagen de un equipo que durante buena parte del partido se vio superado por Rosario Central, con el recuerdo de que el mediocampo –ese que otras veces fue el corazón del equipo– esta vez no estuvo para nada preciso y erró pases que parecen fáciles.
River, más allá los altos y bajos que a mostardo en su rendimiento a lo largo de estas 16 fechas, es esto. Ni más ni menos. Esa es la preocupación que deja el choque con Central, más allá de la levantada del final. Esa ilusión de que el Millonario iba a ser el campeón de punta a punta, se desdibuja a medida que pasan las fechas. El de ayer fue un claro ejemplo: salvo por esos últimos minutos, no logró marcar diferencia con el Canalla, otro de los equipos que pelea en el pelotón de los de arriba. Lo mismo le había ocurrido unas semanas atrás ante Instituto, el puntero de la categoría. A falta de tres fechas, el equipo de Matías Almeyda ya se midió con siete de los primeros nueve de la tabla de posiciones. Y no le ganó a ninguno. Empató con Instituto, Central, Ferro, Quilmes y Defensa y Justicia. Y cayó con Atlético Tucumán. Por eso se afirma que River es esto. En una B Nacional recargada, al Millonario le alcanza para marcar la diferencia ante los más equipos más débiles (Brown, Atlanta, Desamparados, Independiente). Pero le cuesta ante los conjuntos fuertes. Ahora en el horizonte le aparece Boca Unidos, que más allá del morbo por el nombre es otro de los que está metido en la pelea. Puede ser una buena prueba para terminar esta primera rueda con la ilusión del principio. Y para que ese final a puro empuje que mostró anoche no quede sólo en una reacción.
Fuente: Tiempo Argentino
Fuente: Olé