River Plate - Pasión Monumental

martes, 30 de octubre de 2012

Otra chanchada se escapó del manicomio

Un empate a lo “chancho”. Un absurdo. Todo venía demasiado dulce, demasiado. Porque era lo que correspondía. Todo estaba bajo control. Tanto que todavía veo a Bottinelli pidiendo calma y concentración, en vez de correr a abrazarse con el uruguayo en el 2-0. Un instante, que es el punto de inflexión del partido. Y ahora que repaso una y mil veces mi propia película, veo nuevas señales.

A mi novia que se le sale la bandera del mástil y vuela con el globo que tenía atado. Me tironea. No le doy bola. Se le va, se escapa. Antes me quiere confesar algo. Le digo, no. Ahora, no. Dejá todo como está. No quiero sorpresas. Yo que la ignoro y veo como la gente de Boca se empieza a ir –tal su costumbre-. Me burlo.
¿No, otra vez se van antes? Los señalo con el dedo. Los quiero poner en evidencia. Se iban. Del otro lado de la reja ocurre el salvajismo. Y cuando vuelvo la vista a la cancha, desde mi posición, veo a González Pirez apurado por el livianito Acosta que arranca en off-side... “El carnicero” busca jugar y el ex-Lanús le tira el cuerpo encima. Lunati se recibe de campeón del chamuyo. Usó la lengua más que las tarjetas. Ninguna posición, penal. Y frena que la goleada que parecía venir. Ese pésimo árbitro le da vida al muerto. Silva y gol. Y los que se iban vuelven...
Y a River, que padece el síndrome de no saber cuidar la pelota, no le quedó otra que ir a buscar. Y va por más. Como “Maravilla”, ante Chávez, lo bailó y se quiere levantar. El triunfo está ahí. El golpe no parece sentirlo. Va por más. Faltan 20, mucho tiempo para querer aguantar. El reloj avanza. Y Mora que pierde otro mano a mano, y antes mete un desborde, pero David se pasa. Y después otra contra que Sánchez la cruza apenas larga. Es más River.
Van 43 minutos y súbitamente, el aliento decae. Las miradas de todos apuntan más al reloj que a otra cosa. Sin que nada nos inquiete demasiado, más que aquello de siempre, como contra Newell´s por citar un caso.
Mi garganta esta muda ya. Levantó los brazos pidiendo que empiece el revoleo de remeras para aguantar ese cacho más. Y nadie mira el partido, toda la atención puesta en el final, nadie se anima a festejar.
Ahora sí quizás da para hacer correr la bola. David no quiere más, y Mora tampoco. Sale el “mejor jugador de la cancha”, pero aún así, no si el empate viene por el cambio mal hecho.
Hay otra realidad. Ese puto inconsciente nos toma de nuevo por asalto. Aquellos puntos dejados sobre el final tantas veces. Se instala lo siniestro del futbol. Lo inimaginado, lo pensado e inmanejable. Eso de anticipar, que Pezzella hizo como un mariscal toda la tarde, en la última bola no salió. Y Silva, que la quiso bajar, y de “orto” le sale un pase. Como si los dioses manejaran los piolines de esta representación de la vida que es el fútbol.
Erviti que consuma “esa chanchada” del final. Todo parece estar escrito. El final, siempre el final abierto. Y el “chancho” disfrazado de diablo vuelve a meter la cola.
FIESTA. River preparó un marco espectacular antes y durante el partido. (FOTO: F. Peretti)
Se vuelve a reeditar lo efímero de la gloria y la derrota. Parece que Ibsen, Chejov, Pirandello hubieran armado ese guión de este final de manicomio. Una escenografía que nos dejó impávidos. Muertos en vida. Se hablará de por qué no salió Barovero, criminalizarán a Trezeguet, hasta el resbalón de Bottinelli será puesto en duda.
La calentura no tiene fin. Ya es tarde para acordarse de los dos cruzados rotos de Ramiro Funes Mori, de Aguirre, de la “pasividad” de Lunati que dejó a Schiavi y Somoza, agarrar y empujar hasta el hartazgo. Poco va a quedar de la obligación de barajar y dar de nuevo a los 10 minutos de Almeyda. De la autoridad con que jugó River, de la calidad en la nueva avivada de Ponzio, del impecable Pezzella, del gol de Mora a lo Messi. Y de la artesanal fiesta que montó la gente. Borrando hasta el minuto y medio del final a los 8000 Xeneizes -¿cómo entraron?- a la categoría de hinchada chica. Todo demasiado dulce, embriagador, como para que sea realidad.
Ya está, volvió a suceder lo que todos pensamos que no podía pasar. Hasta el propio Almeyda. No hay explicación. El futbol no es amigo de la lógica. La tarde voló, como el globo y mi voz. Lo sé. No estoy para autocríticas. Hoy no.
A medianoche, Retiro despide una correntina riverplatense de ley que dejó un testimonio de su padre en el Monumental. Era su confesión. Tampoco alcanzó. Ni la inocencia de mis hijos, protagonistas de la hinchada más grande del mundo.
"¿Qué festejan?" me preguntan con inocencia y candidez. Para mí todo es absurdo, nada me consuela. Mucho menos esta injusta paparruchada de equipo chico. Festejan empates invocando una “paternidad que sólo pudo haberse escapado de un manicomio”. ¡Te quiero River! Punto. Nada más.

Fuente: LPM


Fuente: Olé


lunes, 22 de octubre de 2012

Por culpa de Bottinelli perdió River

La imagen lo dice todo, pelotas divididas y mucha lucha
River Plate, que venía de conseguir dos goleadas ante Arsenal y Godoy Cruz, perdió por 1 a 0, como visitante, ante Quilmes, que pelea el descenso y se alejó de la punta del torneo, que lidera Newell's.
El único gol del match, que fue arbitrado por Silvio Trucco y comenzó 15 minutos más tarde por el retraso de ambos planteles por un atasco en el tránsito en la llegada al estadio Centenario, lo señaló el uruguayo Martín Cauteruccio, a los 14 minutos del segundo tiempo.
Con esta victoria, el conjunto de Omar De Felippe salió de la zona de descenso y relegó al Independiente de Américo Gallego.
El resultado del partido se ajustó a lo que ofreció cada uno en el cotejo: Quilmes, que ganó por un error en defensa de River, dispuso de pocas situaciones, pero todas peligrosas en el arco defendido por Marcelo Barovero.
Por su parte, el conjunto de Núñez, que sufrió la baja del volante Martín Aguirre por un estado gripal y motivó la inclusión de Manuel Lanzini en el equipo titular a último momento, nunca encontró un camino claro para adelantarse en el marcador.
En la primera etapa, Quilmes atacó por el sector izquierdo del equipo de Matías Almeyda a través de Cauteruccio, quien supo desbordar a Carlos Sánchez y Leandro González Pírez, y a su vez ejecutó centros que complicaron a la defensa del visitante.
A los 7, River contestó con Carlos Luna, quien no supo capitalizar una equivocación de Cristian Lema que en su intento de despejar el balón se la otorgó al ex delantero de Tigre, el cual ensayó un remate cruzado que contuvo Emanuel Trípodi.
La situación más clara para Quilmes se produjo a los 16 minutos cuando en una contra, con River volcado en ataque luego de la ejecución de un córner, Barovero tapó un mano a mano a la altura del punto penal a Cauteruccio.
Una vez superados los 30 minutos, River solo creó peligro a través de remates de media distancia con Ezequiel Cirigliano y Leonardo Ponzio, porque no podía entrar por las bandas ante la resistencia de la defensa local que provocó el retraso del delantero Rodrigo Mora, quien no encontraba espacios.
Sobre el final del primer tiempo, el defensor Joel Carli no le dio buena dirección a un remate de cabeza, luego de un tiro libre efectuado por Mansilla desde el sector izquierdo, y estuvo a las puertas de abrir el marcador.
En la segunda etapa, a los 14m, Quilmes dio el golpe que buscaba tras un error del defensor riverplatense Jonathan Bottinelli, quien, próximo al área chica y sin marcas, quiso despejar el balón y provocó un pase para Cauteruccio.
El atacante uruguayo tomó control de la pelota, ingresó al área y su remate cruzado con pie derecho tuvo destino de red ante la impotencia de Barovero y la queja de Bottinelli para sí mismo por la fallida acción que derivó en gol de Quilmes.
River intentó reponerse y a pesar de que Quilmes se retrasó unos metros y le cedió la tenencia de la pelota, no supo quebrar la firmeza del local en la línea defensiva.
El equipo de Almeyda, en el que el juvenil Lanzini no fue el conductor que necesitaba, se mostró impreciso con el balón y solo generó peligro en un córner ejecutado por el ingresado Ariel Rojas que conectó de cabeza Bottinelli. Su disparo salió a centímetros del palo derecho de Trípodi que solo atinó a observar la jugada.
Por su parte, Quilmes pudo haber señalado su segunda conquista a los 31 en una acción que Fernando Telechea, en otra contra, encaró en soledad ante Barovero, al que terminó chocando: el local reclamó penal, pero Silvio Trucco no lo cobró.
River, que suma 15 unidades en el torneo y había anotado 9 goles en los últimos dos encuentros, ofreció una discreta actuación que lo dejó preocupado de cara al Superclásico del domingo ante Boca Juniors en el estadio Monumental.

Fuente: Telam



lunes, 8 de octubre de 2012

River goleó a Godoy Cruz en un Monumental de fiesta

Martín Aguirre anota el primer gol del partido
El Millonario rompió la racha de diez partidos sin ganar como local ante los mendocinos, volvió a convertir en cantidad y mejoró notablemente su imagen. La multitud cantó por el clásico, que se jugará en dos fechas.

River Plate golpeó este domingo muy temprano por dos veces, ganó confianza, terminó sometiendo a Godoy Cruz con un rotundo 5-0 en el Monumental y consiguió así su segunda goleada consecutiva sin tantos en contra, la que sirvió para afirmar su reacción en el Torneo Inicial.
El equipo de Matías Almeyda fue solvente en su gestión defensiva, seguro en la contención, rápido en la salida del medio juego y contundente en ataque ante un Godoy Cruz que se insinuó bien al principio, pero se derrumbó ante las primeras contrariedades.
Dentro de un conjunto que no tuvo puntos débiles, la agresividad del uruguayo Carlos Sánchez en el carril derecho, la astucia de su compatriota Rodrigo Mora en los últimos metros de cancha y la autoridad de Leonardo Ponzio en la mitad del campo, antes de ser reemplazado por una lesión, constituyeron los puntos destacados del vencedor.
Godoy Cruz había comenzado el cotejo con control de la pelota, buena circulación y dos oportunidades claras.
A las 3 minutos hubo un remate de Mauro Obolo que se desvió en Jonatahn Bottinelli y dio en el travesaño; a los 7, una llegada de Emanuel Insúa por izquierda con toque al medio posibilitó que Alexis Castro conectara de volea con zurda, pero el gol mendocino no se concretó.
En cambio, en la primera oportunidad que tuvo, a los 8 minutos, el local se puso el 1-0 en una acción en la que Mora desbordó por derecha y cruzó la pelota paralela para que definiera Martín Aguirre.
Tres minutos más tarde, Ponzio ejecutó un tiro libre desde la izquierda y, cuando se esperaba un centro, la pelota se cerró, sorprendió a Nelson Ibáñez y estableció el 2-0.
Desde entonces y hasta el final de la etapa, River controló el partido aun teniendo menos la pelota y Godoy Cruz, aunque jugó muy adelantado en la cancha, no encontró profundidad.
River estuvo cerca del tercero a los 12 con un remate del franco argentino David Trezeguet e Ibáñez controló en dos tiempos; a los 36 con otro disparo de Trezeguet cerca del ángulo superior derecho; a los 39 con un zurdazo de Mora recto a la posición del arquero y, a los 44, con un tiro libre de Mora que pasó muy cerca del travesaño.
Godoy Cruz sólo volvió a llegar en tiempo agregado con un remate de Obolo desde cerca que dio en el travesaño.
En el comienzo del segundo período, River se paró de contraataque y Godoy Cruz siguió sin hallar la fórmula para comprometer a Marcelo Barovero.
A los 16 minutos Sánchez corrió por la derecha con la defensa muy abierta, llegó hasta el área y venció a Ibáñez con un disparo bajo.
Dos minutos después, Mora se valió de una falla del guardavalla, quien perdió el balón, para poner el 4-0.
Para el tramo final del juego quedaba el mejor gol de la noche en otro contraataque que manejó Rogelio Funes Mori, con descarga hacia la derecha para la aparición de Sánchez, quien observó el adelantamiento de Ibáñez y lo superó con un impecable remate por encima de su posición.
En definitiva, Godoy Cruz fue demasiado frontal y River supo aprovechar las ventajas que le otorgaron para darle forma a una goleada revitalizadora.

Fuente: InfoNews


Fuente: Olé